

En este artículo vamos a ver cómo plantar pistachos, un fruto seco que contiene gran cantidad de nutrientes y con un amplio abanico de usos en la cocina.
Es un cultivo que resulta muy rentable, ya que las exigencias para su siembra son pocas, en realidad. De la misma manera, debemos saber que hasta nuestros días, en que se ha popularizado, no se trataba de un tipo de plantación que pudiéramos considerar de las más habituales.
Así que, bien, si usted está animado o animada a cultivar su propia cosecha de pistachos, vamos a iniciar a continuación el recorrido por todos los pasos a seguir.
En primer lugar, repasaremos algunos de los puntos más importantes a tener en cuenta, para conseguir satisfactoriamente nuestro objetivo de una sana plantación de pistachos:
A finales del mes de marzo es el momento idóneo. Los árboles frutales, como el pistachero, encuentran en esa época su temporada ideal para la siembra.
En mayo, y hasta principios de junio, también será posible plantar pistachos de manera óptima. Esta época es, de hecho, la recomendada para la siembra de los árboles en general.
El pistacho suele florecer entre los meses de abril y mayo, así que raramente las heladas van a representar un problema.
Debido a que se trata de una especie originaria de climas templados y secos, los pistachos requieren abundante sol. Resisten muy bien, por suerte, las posibles eventuales sequías.
En función de la región en la que se halle, y de la variedad de árbol de pistacho, puede llegar a soportar temperaturas muy elevadas, de entre 38 y 45 ºC.
Esta resistencia se verá disminuida en el caso de periodos en que la sequedad atmosférica se prolongue por largo tiempo. La producción de frutos podría verse repentinamente interrumpida.
Una plantación de pistacho requiere bastante sol, ya que esto le permite crecer con mejor salud y ser por ende más productivo. Así mismo, se fortalece con ello contra el posible ataque de plagas y/o enfermedades.
Su resistencia a los vientos secos y violentos es elevada. Sin embargo, son las brisas suaves las que favorecen el cuajado de sus frutos.
Las regiones con veranos largos y secos, e inviernos de unas 800 horas de frío a 7 ºC, como media, son las zonas más adecuadas para poner en práctica lo que aprenderemos sobre cómo plantar pistachos.
Realmente, no es un cultivo que dé sus primeros frutos con rapidez: puede tardar hasta 7 años. Aunque no nos desanimemos por esta cifra, el periodo está comprendido entre los 30 meses y los 7 años mencionados. Es decir, 2 años y medio será el tiempo mínimo que vamos a tener que esperar.
Esta cosecha, suele ocurrir entre los meses de agosto y octubre, variando en función de la zona.
El tipo de suelo idóneo es el denominado franco-arenoso, el cual necesita ser profundo y estar bien drenado. Aunque es un cultivo versátil, adaptándose a una amplia variedad de sustratos diferentes: pobres, calcáreos, salinos, altamente alcalinos o ligeramente ácidos.
Los terrenos especialmente profundos y fértiles no suelen emplearse para la plantación de pistacho. Sin embargo, se ha comprobado que los resultados son francamente buenos: puede llegarse incluso a duplicar la producción de fruto.
Cierto es, que para la correcta formación de estos frutos, el contenido calcáreo de los suelos nunca debe ser inferior al 10%.
Requiere, además, unos valores de ph comprendidos entre 6.0 y 8.0, siempre preferiblemente.
A tener en cuenta:
Uno de los tipos de suelo que genera una mayor actividad agrícola es el llamado suelo franco. Este se compone de unas proporciones determinadas en las cantidades contenidas de los que son sus elementos más importantes. Y es la siguiente, siempre de manera aproximada:
45% de arena
40% de limo
15% de arcilla
Dentro de las variaciones existentes de los tipos de suelo franco, tenemos el suelo franco-arenoso, que es el que hemos comentado como el ideal para el cultivo del pistacho.
En este caso, la composición del suelo presenta una mayor cantidad de arena, así como una textura más áspera. Además, será muy difícil de moldear si cogemos un puñado en la mano, la cual observaremos que va a quedarnos bastante manchada.
Lo más recomendable es realizar riegos de carácter abundante, con poca frecuencia. Por tanto, se evitarán los riegos pequeños y de manera frecuente. De la misma manera, intentaremos que no se produzcan encharcamientos (de ahí que antes se hayan mencionado los suelos bien drenados).
El exceso de humedad será muy contraproducente para la planta del pistacho, Sin embargo, tiene una elevada resistencia a la sequía (en algunos casos, podría llegar a tolerarla hasta 5 años).
Durante la época de verano, regaremos el árbol cada diez días, con abundante agua, y evitando encharcamientos, como ya se ha comentado.
Las raíces del árbol de pistacho absorben de manera muy adecuada el zinc, acción que fortalece a la planta en gran manera.
Podemos utilizar un tazón hondo lleno de agua, dónde depositaremos las semillas, las cuales dejaremos en remojo durante toda una noche.
En una maceta no más pequeña de 15 cm de diámetro, rellenándola de una mezcla de tierra de calidad. Nos aseguraremos de que tenga un óptimo drenaje.
Las semillas las hundiremos en la tierra a una profundidad de 2 a 5 cm. Esta maceta la ubicaremos en una lugar bien iluminado, donde sepamos seguro que va a recibir mucha luz.
Cuando los brotes empiecen a aparecer, y vayan creciendo, habrá llegado el momento de trasplantarlos.
Esto lo llevaremos a cabo, preferentemente, durante los meses de invierno, ya que es la época en la que se establece el reposo vegetativo.
Arrancaremos las malas hierbas (siempre desde la raíz, para evitar que vuelvan a surgir de nuevo). También, eliminaremos, si existen, los restos de cultivos anteriores. Con todo ello, nos aseguraremos de que nuestra plantación de pistachos reciba la cantidad de nutrientes que precisa.
Para ello, será conveniente humedecerla bien primero, y de esta manera reducimos el riesgo de que los brotes se desplacen debido a la fuerza del agua. Hecho esto, introduciremos dichos brotes en la tierra. Y esto lo haremos formando montículos en el suelo de unos 5 cm de altura, en el centro de los cuales, colocaremos un brote, que hundiremos hasta unos 3 cm de profundidad.
Estos pequeños montículos que habremos creado tienen una misión muy importante: evitar la acumulación de agua cerca de las raíces de la planta de pistacho, a medida que esta va a ir creciendo.
Las plantas de pistacho tienen sexo. Y es algo esencial distinguirlas para saber cómo plantar pistachos de manera adecuada.
Las plantas macho: son las que primero florecen. Sus tallos son largos, en los cuales aparecen varias flores.
Las plantas hembra: sus flores son más grandes, y estas se sitúan mucho más cerca del tronco.
A tener en cuenta:
Para la producción de frutos, necesitaremos una planta macho por cada diez plantas hembra. Las plantas de género masculino sobrantes será conveniente quitarlas.
Retirar las hojas en malas condiciones, sobretodo, será una tarea que no deberemos descuidar. A principios del invierno, que es cuando la madera se encuentra inactiva, será un buen momento, ya la eliminación de dichas hojas la podremos realizar de manera más segura y sencilla.
Respecto a las ramas muertas, lo más recomendable es retirarlas inmediatamente, sea cual sea la época del año en la que nos encontremos.
Usaremos unas tijeras de jardín, realizando un corte limpio, cerca de la base de la rama.
A la hora de podar, debemos prestar especial atención de no cortar los retoños situados a unos 40 cm del suelo. Dejaremos tan solo tres retoños, no más.
Cuando se trate de un árbol hembra, tendremos cuidado de dejar los retoños que se hallen entre el metro y los dos metros de altura.
El árbol macho, puede podarse cuando este alcanza los dos metros de altura.
Para asegurarnos de que nuestro árbol de pistacho vaya a dar frutos, la mejor opción es la de realizar un injerto.
Esto consiste en colocar el esqueje procedente de un árbol de pistachos, el cual sí sabemos seguro que los da, en el tronco de nuestro árbol. Esta acción hará que al poco tiempo se fusionen y se conviertan en una sola planta.
Las maneras de realizar un injerto son diversas. A continuación, puede visualizar dos interesantes vídeos donde se muestran y explican maneras muy útiles de llevar a cabo un injerto.
Cuando el fruto del pistacho muestra una coloración opaca, y la cáscara se observa ligeramente separada de la piel, se encuentra entonces en el momento idóneo para su recolección.
Es importante que no lo hagamos ni antes ni después de la aparición de lo que podíamos denominar estas “señales“.
Como antes ya se ha comentado, el árbol del pistacho suele dar sus primeros frutos entre los 30 meses y los 7 años de edad.
A partir de la primera cosecha, y dependiendo de la variedad, los árboles dan fruto cada dos años, o suelen producir una cosecha muy abundante un año, y al siguiente una cosecha escasa.
Al alcanzar su madurez, el fruto del pistacho, puede cosecharse. Se limpia, se clasifica, y es tostado para su consumo.
Si lo protegemos en bolsas de plástico, podremos conservarlo durante 6 semanas en el refrigerador. Congelados, su conservación en óptimo estado se alargará hasta 6 meses.
El cultivo de pistacho no suele verse demasiado afectado por las diferentes plagas y enfermedades. Podríamos decir que se trata de un cultivo muy rústico.
Aun así, algunas de las más posibles y comunes que pueden aparecer son las siguientes:
En muchos casos, la cosecha puede verse bastante reducida por acción de los pájaros.
Una manera de tenerlos controlados es colgar de las ramas de los árboles de pistacho trozos de metal brillante. Láminas de hojalata o discos compactos (cd`s) funcionan muy bien en estos casos.
De la misma manera, el típico espantapájaros será otra opción muy válida.
Los pulgones, miembros de esta familia de insectos, tienen capacidad de producir las denominadas agallas. Estas son estructuras anormales que se encuentran en los tejidos y órganos de las plantas. Dichas agallas, se desarrollan en la planta afectada, como respuesta precisamente a la invasión de un insecto.
Los insectos invasores, se sirven de la agalla para procurarse su nutrición, así como cobijo frente al medio ambiente y frente a sus enemigos naturales. El problema es que estos insectos inducen en la planta virus y demás enfermedades, con lo que la producción y los tejidos de la planta afectada se ven dañados.
No tiene este problema una solución fácil. Actualmente, el sistema más eficaz para combatirlo es la eliminación y retirada de todas las partes del árbol que hayan sufrido la infección.
Se trata de una clase de hongos, los cuales suelen diseminarse por medio del agua y/o el viento. Su acción y desarrollo aumentan cuando las condiciones ambientales presentan un grado de humedad alto.
Si los árboles y plantas se encuentran en condiciones de estrés, o padecen deficiencias nutricionales, serán más vulnerables a la acción de la alternaria.
Una buena ventilación del árbol o planta, a fin de que no llegue a acumular humedad, será una óptima manera de combatir a este hongo y prevenir su aparición.
Algunas sustancias que van a ayudarnos a su erradicación son la cola de caballo y el jabón potásico.
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